El director ejecutivo de ASPAYM Castilla y León y presidente de CERMI Castilla y León, Fran Sardón, reflexiona con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad sobre la importancia del acceso a una vivienda digna, accesible y asequible:
Lo que debería ser una obviedad, lo que debería ser una alusión al pasado a la que acuden los meritorios estudiosos de lo pretérito, sigue siendo un asunto no resuelto y de plena actualidad: hay miles y miles de personas en nuestro país que viven bajo el umbral de la pobreza, que viene a ser lo mismo que vivir desprotegido de un mínimo de dignidad. También hay miles y miles de personas, que, no llegando a vivir bajo el umbral de la pobreza, técnicamente hablando, no pueden, por ejemplo, acceder a una vivienda digna y eso les sitúa, también, y muy a su pesar en esta misma situación.
Está circunstancia la sufrimos las personas con discapacidad desde hace muchos años, mucho tiempo antes de que la inflación y la falta de vivienda hicieran casi imposible acceder a esta necesidad básica a muchos españoles. Desde hace muchos años, demasiados, las personas con discapacidad hemos tenido serias dificultades para acceder a una vivienda por la insuficiente oferta de inmuebles accesibles y, por lo que sufrimos la mayoría de los españoles, los precios prohibitivos y especulativos que tienen.
En el caso de las personas con discapacidad, además, hay otras consideraciones que nos han situado y nos sitúan, en muchos momentos de nuestras vidas en una situación de desprotección y ausencia de dignidad. Un ejemplo de ello es que no se construyan viviendas con criterios inclusivos ni atendiendo al derecho, que se supone que tenemos todos, de poder elegir. De hecho, cuando en un edificio hay pisos que cuentan con ciertos estándares de accesibilidad, estos suelen ser los bajos y si quieres vivir en un quinto piso, por eso de las vistas o en el ático, por eso de la terraza, no lo vas a tener tan fácil con el asunto de la accesibilidad. El principio de igualdad de oportunidades se desbarata en este caso. También es muy difícil que las inmobiliarias o las propias administraciones públicas te den una información fiable de la oferta que hay de pisos o casas accesibles ni las propias y, ya no estoy hablando del precio, sino de información, y esto vuelve a limitar nuestras opciones de acceder a una vivienda.
En la actualidad, hablar de que se apliquen criterios de accesibilidad universal en la vivienda es una quimera, a pesar de que los avances tecnológicos han democratizado mucho los precios, debido a la falta consideración y la ausencia de la aplicación rigurosa de la Le. Tampoco ayuda la dispersión de normativa que varia en función de las comunidades autónomas, como si la aspiración de acceder a una vivienda fuera distinta en función del lugar dónde residas.
Acceder a una vivienda accesible, asequible e inclusiva es nuestra reivindicación este año y si es una reivindicación es porque miles y miles de personas con discapacidad no pueden acceder a este tipo viviendas y ello les impide desarrollarse con plenitud como personas.
No quiero dejar pasar la oportunidad de aludir a la necesidad, imperiosa, de afrontar, definitivamente, la reforma de la Ley de Propiedad Horizontal. Se trata de una ley que a pesar de sus las reformas que ha experimentado, deja que ciertas actuaciones en materia de accesibilidad, como la colocación de ascensores, queden supeditadas a las arbitrarias decisiones de los propietarios. De este modo, se condena, principalmente, a muchas personas mayores que tienen movilidad reducida, derivada de la edad, a no poder salir de sus viviendas. Se trata de lo más parecido a una condena por el mero hecho natural de ir cumpliendo años. Una circunstancia cruel e impropia de una sociedad que se dice avanzada y solidaria